Los juegos como World of Warcraft brindan medios a los jugadores para salvar mundos, y los incentivan a aprender los hábitos de los héroes. ¿Y si pudiéramos aprovechar esta potencia de juego para resolver problemas del mundo real? ¿Y si pudiéramos transformar la adicción preocupante de los adolescentes en un aprendizaje definitivo y sostenible?
Si alguna vez has pasado un rato con un video juego, habrás visto que uno de los retos es pasar al siguiente “level” – nivel. Lo consigues al tener más conocimiento, experiencia y fuerza. Obviamente estamos hablando de vídeo juegos con contenidos de valor añadido.
El juego es la práctica más afectiva y efectiva de aprendizaje y la que consigue mayor sostenibilidad en nuestras conexiones neuronales ya que al estar basado en la acción estimula un número de circuitos cerebrales que permanecerán con mayor efectividad y equilibrio en nuestra memoria cognitiva y emocional. Uno de los aprendizajes más importantes del ser humano como es la lengua materna, lo aprendemos de niñ@s jugando.
Hoy queremos invitarte a compartir la visión de Jane McGonigal diseñadora de juegos on-line de valor añadido y su objetivo para la próxima decada: “tratar de hacer tan fácil salvar al mundo en la vida real como lo es en el mundo de los juegos online”
En palabras de Jane, cuando hacemos un “level-up” (es decir, cuando pasamos al siguiente nivel y comenzamos uno nuevo): En primer lugar hay reconocimiento y a continuación se genera un “optimismo urgente” una automotivación extrema para el nuevo reto. Además de ese deseo de actuar inmediatamente para sortear un obstáculo, se genera la creencia de que tenemos una esperanza de éxito razonable. Los jugadores siempre creen que es posible un triunfo épico y que siempre vale la pena intentarlo y hacerlo ahora. No están sentados sin hacer nada.
Los jugadores son tejedores virtuosos de la trama social. Hay investigaciones que muestran que nos gusta más la gente después de jugar con ellos; incluso si nos han ganado “por paliza”. Y la razón es que se demanda y genera mucha confianza al jugar un juego con alguien. Confiamos en que van a pasar su tiempo con nosotros, que van a jugar bajo las mismas reglas, valorar el mismo objetivo y se quedarán en el juego hasta el final. Así que jugar un juego juntos construye lazos, confianza y cooperación. El resultado son relaciones sociales más fuertes.
Finalmente también con nuestra pequeña historia de hoy queremos invitarte a re-encontrar tus más primigenias raíces para comenzar a aprender de nuevo desde donde comenzaste:
“Estamos en un parque. En un banco hay dos mujeres observando a los niños miestras juegan y hablan tranquilos, aparentemente, alegres. De repente, oyen que uno le dice al otro:
– Te odio. No quiero volver a jugar nunca más contigo!!
Durante dos o tres minutos, cada uno de los niños juega por su cuenta, prescindiendo del compañero, sin hablarse. Al poco tiempo, las mujeres observan cómo los dos niños ya vuelven a jugar juntos. Una de las mujeres comenta:
– ¿cómo pueden hacer esto los niños? Pasan de estar furiosos y pelearse, a volver a jugar como si no hubiera ocurrido nada. – es fácil –comenta la otra mujer– Prefieren la felicidad y la alegría de compartir, a la intransigencia, el silencio y la soledad.”