De entre los diferentes factores que constituyen el domino del comportamiento y por tanto de las emociones subyacentes a cada acción, dos son los principales a considerar: Motivación Individual y Estado Emocional del Grupo.
En la medida en que estos dos ítems sean adecuadamente combinados y gestionados, el comportamiento real de las personas dentro de una organización y/o equipo se acercará al comportamiento deseado y por tanto las acciones se realizaran para la consecución de los resultados objetivos deseados.
En una organización, las personas pueden ser concebidas, entre otras, principalmente: como individuos o como miembros de un grupo. Debemos entender bien que su comportamiento varía en función del papel que pueden estar jugando en un momento determinado. Toda vez que comprender que la raíz de su comportamiento se encuentra, en parte, en la motivación de las personas concebidas como individuos.
Abraham Maslow fue, mediante su modelo de “jerarquía de necesidades”, quien nos aportó la primera visión contemporánea del comportamiento individual. En su modelo, cada individuo posee de forma natural una mezcla de necesidades, que arranca, en la base de una pirámide, desde la supervivencia individual y culmina, en su cima, con la realización personal. Contrariamente a lo esperado, la denominada “Pirámide de Maslow” no es una mezcla indiferenciada de sentimientos, instintos y pensamientos, sino un esquema estructurado de las prioridades y necesidades que mueven a una persona.
El hecho de que diferentes personas expresen diferentes preferencias y actúen de diferentes maneras ante diversos estímulos y circunstancias es reflejo del grado en que sus necesidades han sido satisfechas o están aún pendientes. La lección que se deriva del modelo de Maslow es clara: Una organización es eficaz en la medida en que los individuos que la componen la ven como un medio de satisfacer sus necesidades, mereciendo así su compromiso y la lealtad. Este pragmatismo proporcionó durabilidad al modelo de Maslow, posteriormente refinado y reformado por otros autores. Un modelo simple que ha funcionado como base del desarrollo de la era industrial y cuyas consecuencias están hoy en la calle y en nuestras familias en forma de una crisis feroz de los valores individuales, sociales y económicos. Los resultados son más que un intercambio si se desea un alto rendimiento sostenible.
El líder de una organización debe preocuparse por la emoción colectiva bajo la que viven los equipos y ha de tener en cuenta que esas emociones van a condicionar los resultados. Los sentimientos y las emociones potencian o frenan la consecución de los objetivos que se plantean las organizaciones, porque los sentimientos determinan los estados emocionales colectivos. La emoción impulsa la acción. Es de suma importancia para las organizaciones que se planteen la necesidad de analizar e impulsar o modificar los sentimientos colectivos del grupo o equipo afectado, en función de la situación y necesidades específicas de la organización siempre con valores y propósito ya que el cortoplacismo es la antesala del fracaso.
Los estados emocionales de una organización o de un equipo se relacionan con los juicios colectivos que sus integrantes emiten acerca de lo que ocurre en su entorno profesional y suponen un estado de opinión sobre la organización, independientemente de la pertinencia o no de ese juicio, que condiciona irremediablemente el destino de la organización, limitando o impulsando sus acciones y resultados. La gestión del estado emocional colectivo se lleva a cabo modificando la percepción que se tiene de los “sucesos” que acaecen en la organización y que causan específicos estados emocionales. ¿Dónde se localiza el origen de cómo se perciben los “sucesos” que tienen lugar en las Organizaciones? Fundamentalmente en cómo el comportamiento y acciones del líder inciden en la forma de satisfacer las necesidades de cada uno, mas allá de lo material y en busca de un propósito común.
Si conocemos la forma en la que se satisfacen las necesidades, y en qué medida se consigue de forma colectiva, podremos determinar el Estado Emocional que condiciona el funcionamiento de la Organización, e inferir qué comportamientos fomentan la acción y propósito deseado.
Para conseguir dar este paso, las organizaciones han de utilizar una metodología que les permita conseguir tres objetivos:
- Identificar qué comportamientos colectivos deben tener los equipos de la organización para impulsar la estrategia diseñada y que se desea desarrollar.
- Conocer el estado Emocional del Equipo en su conjunto e individual.
- Identificar qué palancas organizativas es necesario movilizar para conseguir en el colectivo el estado emocional idóneo para impulsar la estrategia marcada.
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